A MARIA PILAR GARCIA ROMEU
A quien cuido con empeño
a quien miro con embeleso,
le dedico algunos versos
con un cariño risueño.
Fue aquel primero de julio, un día viernes por cierto
cuando del cielo me envían a una misión sin riesgos,
velar el sueño perfecto de una rosa perfumada
que se ha escapado a la cima de una vida enamorada.
Enamorada del mundo y de su casita encantada
donde los pájaros cantan al llegar la madrugada,
donde sus hijos entonan cada día una plegaria
de amor, de luz, de esperanza, de alegría y de añoranza.
Esa casita es testigo de sus cantos, de sus risas
de sus tristezas y abrojos, de la guerra y sus enojos,
de los días transcurridos entre mimos y sollozos
con Paco su esposo amante, sus suspiros, sus encantos.
Son sus hijos: José y Paco, sus mas preciados tesoros
Pilarin y Dalila son las dos niñas de sus ojos,
que entre sus labios de grana se convierten en festín
de amores y de roores, su mas frondoso jardín.
Sus manos tejieron trajes de mil y de mil colores
y pintaron los paisajes de los mas bellos rincones,
iluminaron el cielo con música y con canciones
y arrullaron maternales sus mas tiernos corazones.
Ochenta y nueve años hoy cumple, esta preciosa señora
y su frente es coronada con guirnaldas, sol y estrellas,
son sus ecos fiel testigos de experiencias encontradas
de privilegios, de vida, de regresos y emociones.
¡Felicidades Pilar, pilar de generaciones!
baluarte de mucha fe, de confianza en Dios, de calma
que la vida le regale días de paz y de esperanza
en unión con su familia y con los seres que le aman.
Yo también la felicito en esta fecha gloriosa
y al Altísimo doy gracias por proteger esa senda
que conduce suavemente desde la tierra hasta el cielo
con amor, cobijo y canto, paciencia y calidez sin llanto.
María Asenet Arboleda Urrego
