De los pinos caen piñas
esculpidas con formón,
a mi me encanta pisarlas
para escuchar su pregón.
Es un pregón melodioso
que despierta a la oración,
y al escucharlo yo siento
una gran satisfacción.
Con las piñas también caen
bastones color marrón,
bajo mi planta fallecen
y crujen con emoción.
¡Qué sensaciones! ¡Dios mío!
se anticipan a mi hacer,
¿será que le estoy robando
a la vida algún querer?
Cada sonido que escucho
me recuerda que por siempre,
debo alegrar con mi canto
a mi pueblo y a mí gente.
Que en las mañanas la vida
renace de flor en flor,
y que la historia nos cuenta
lecciones de odio y de amor.
Es pecado pisotear al humano y su versión
es grato dar serenatas de festejos y de amor,
todo el mundo es movimiento, es comparsa, adoración
hay que comerse la vida sin cáscaras y con son
María Asenet Arboleda Urrego.