martes, 31 de agosto de 2010

ESCUCHO TU VOZ



Cuando en las mañanas despierto y te siento,
sonríe mi alma y quedo te digo:
!Gracias!... !Dulce dueño de mi vida!... !Gracias!
Estas junto a mí.

Me levanto pronto y esa serenata
que siempre me ofreces al nacer el día,
hace que su ritmo alegre y contento
sea una plegaria grata al caminar.

Tu voz melodiosa me incita a seguir
tejiendo mensajes de paz y de amor,
por cada rincón, paraje o región
donde haya tristeza, desdicha y dolor.

!Escucho tu voz, Señor... escucho tu voz
y soy muy feliz porque junto a ti,
ya no hay tempestad, tu me das razón
para continuar mi viaje y reír.

Déjame seguir tu voz y tu acento
déjame escucharte en cada momento,
déjame decir que eres el buen Padre
que todos buscamos con afán, con gritos.

Escucho tu voz... y muy quedamente
mis ojos se cierran, me invade tu paz,
sólo tu presencia presiento al andar
y muy suave digo: !Estas junto a mí!

Escucho tu voz muy cerca del mar
en cada visión, paisaje y color,
cuando nace el sol y en la oscuridad
cuando hay resplandor... también soledad.

María Asenet Arboleda Urrego

miércoles, 25 de agosto de 2010

ROSTROS


¡Qué mosaico tan precioso
resalta las esperanzas,
de los pueblos que con magia
el alma brilla en sus rostros!

Los colores de las razas
sublime arco iris forman,
blancos, negros, amarillos
un mestizaje es la gloria.

Universo de colores
de culturas y de amores,
un solo Dios: Padre-Madre
un solo color de sangre.

Poesía y elocuencia
por sus venas confabula,
sangre azul y sangre roja
diferencias se conjugan.

La sociedad alardea
con su escala de valores,
pero el hombre es solo un hombre
que sobrevive y deambula.

La enfermedad y la muerte
la tristeza y la alegría,
como juez va desfilando
entre rostros sin salida.

Las guerras y las quimeras
no tienen rostro y arrasan,
por un credo y una raza
por la tierra y sus alianzas.

América, Oceanía, Europa, Asia, África
noche, día, sol y luna, vida, muerte solo una,
un solo amor que camina
por las sendas de la vida.

María Asenet Arboleda Urrego

martes, 17 de agosto de 2010

PEDÍA


Pedía la joven de porte elegante
a sus invitados, pasar adelante,
pues quería ver, feliz sonrojarse
a aquellos que osados, olían demasiado.

Esos olorcitos que invaden espacios
y que se concentran como caro bálsamo,
esos que sofocan, que tanto alborotan
¿De dónde han venido? ¿Quién los ha inventado?

De pronto la joven se ve sudorosa
cacheti rosada y muy asustada,
aprieta las piernas y ya tembloorsa
anuncia llorosa que ya está cagada.

¡Qué risas invaden aquellas holguras!
¡Cómo con la mira todos la censuran!
no entienden que nacen de la parte humana
a todos cobija y los engalana.

El Cura, la Monja, el Obispo, el Papa
el rico y el pobre, el feo y el sapo,
los animalitos y los angelitos
esos de corbata y los ya sin bata.

Los de ojos azules, los negros, los blancos
los alborotados, los adormilados,
el niño inocente y los mas decentes
los muy arrastrados mas los desgraciados.

¡Qué sería del hombre sin oler a coles
a grasa, a frijoles, a arroz, a guisantes!
¡Qué seria del rico sin votar sus gases
si esas flatulencias son sus bendiciones!

¡Gracias, Jesucristo, que eres tan bendito
y que esos peditos te huelen a gloria!
¡Gracias Virgencita, siempre tan bonita
también cagadita nos colmas de aromas.

¡Gracias a la vida por llenar de aromas
todos los amores y los sinsabores!
¡Y a esas tripitas que tan indiscretas
nos anuncian cuando comienza una fiesta!

Y a usted, amigo, le digo muy presto:
¡No se burle, mijo, también usted lo hace!...
no tiene la culpa si su cuerpecito
siendo tan perfecto de sí mismo nace.