jueves, 4 de noviembre de 2010

CORAZÓN MADURO



Le pedí a Dios un amor
para compartir el resto de mis días,
y El me regaló un corazón maduro
tan dulce y tierno con un corazón de niño.

Me envió un corazón maduro
sin apariencias, sin altivez ni engaños,
transparente y limpio como el agua
para calmar la sed de mis quebrantos.

Nunca dije cómo quería ese cariño
sólo pensé que seria generoso y bueno,
como el pan que alimenta y va nutriendo
el alma y la corporeidad unidos.

Corazón maduro repleto de experiencias
cansado de la vida y sus hazañas,
hambriento de bonanza y de calor
de amor, eterno amor, amor sereno y sabio.

Amor que sacia y acompaña hasta la muerte
amor que canta una oración a cada instante,
amor que juega, llora, canta, abraza y ríe
amor sin competencias ni traiciones.

Corazón maduro, beso a beso, pasito a paso
abrazo eterno, seguro, tranquilo, sin reclamos,
piel a piel confundida, abrigo y canto
libertad para sentir y vivir sin escaparnos.

¡Oh...! valor para entenderlo y aceptarlo
coraje para no huir de sus encantos,
tenacidad para evacuar los paradigmas
solidarios sin justicia y con impacto.

María Asenet Arboleda Urrego