sábado, 16 de julio de 2011

CHAVITOS




¿Por qué aferrarse en la vida a los bienes materiales?
¿Por qué anhelar los chavitos cuando andan tan despacito?
¡será que solo por ellos vale la pena vivir...!
será que hay otra razón para alargar mi existir!

Cuando a este mundo llegamos empelotica no más,
sólo lloramos, lloramos por la comida y no más,
chavitos para nacer, chavitos para morir,
chavitos para comer, chavitos para vivir.

Pero si escasea el chavo, mucha hambruna llegará,
el trueque hay que utilizar para saciarse y sanar,
el chavo decidirá lo que tienes que comer,
también el chavo dirá qué clase social tendrás.

Mucho hay que trabajar, trabajar y trabajar,
con el sudor de tu frente, ganaremos más de un pan,
Arriesgarte, es lo vital, para poder alcanzar,
un puesto de general, para poder progresar.

Pero si muy ambicioso eres, te puedes equivocar,
la avaricia rompe el saco y muy mal fin tú tendrás,
por los chavos, la violencia se agiganta sin parar,
los amigos de lo ajeno te engañan sin avisar.

Pero si eres previsivo y planeas tu accionar
salud y bienestar tendrás, con tus hijos y demás,
si compartes con el otro tu chavito y bienestar
del cielo te caerán, bendición y prosperidad.

Pero ten mucho cuidado, con chavitos no comprar,
la vida, felicidad, el amor, la lealtad,
tampoco te servirán cuando la muerte llegar
como naciste te irás y allí todo terminar.

Debemos aprovechar los bienes que Dios nos da,
disfrutando en libertad, con prioridad y verdad,
chavitos puedes tener, pero talento también,
para invertirlos muy bien y poderlos disfrutar.

María Asenet Arboleda Urrego

jueves, 7 de julio de 2011

UNA TAL LAURA




Cualquier día, una tal Laura, vino al mundo:
frágil, tierna, dulce, suave como el agua,
que se filtra por las noches en silencio
y que calma a los sedientos que la aclaman.

Laura crece como espuma, y engalana,
con sus rizos y sus trinos la mañana,
se envolata correteando en la llanada
convirtiendo cada cosa en su llamada.

Las plegarias brotan limpias de su pecho
y se elevan hasta el cielo en llamarada,
y se esparcen con el viento cual incienso,
como ofrenda predilecta al Dios amado.

Son sus sueños claros, limpios como el agua,
que sed calma a los tristes y olvidados,
que trasciende cual misterios abonados
a la gloria de “Dios Padre”, enamorada.

¡Laura… Laura!, hoy tus hijos te reclaman,
te saludan y te brindan sus plegarias,
que van llenas de esperanza y amor cierto,
porque fuiste mensajera y madre amada.

¡Hoy… Dios Padre te bendice y te convida!
a enfilarte entre los místicos sagrados,
porque fuiste luz viviente entre los tuyos,
y “Tejiste las sandalias del mendigo!

¡Gloria!, ¡gloria, te cantamos!... cual bandadas
de palomas, que se llevan siempre al cielo,
los presagios de una “Novia engalanada”,
¡”Bendecida allá en el cielo, su morada”!

María Asenet Arboleda Urrego