jueves, 7 de julio de 2011

UNA TAL LAURA




Cualquier día, una tal Laura, vino al mundo:
frágil, tierna, dulce, suave como el agua,
que se filtra por las noches en silencio
y que calma a los sedientos que la aclaman.

Laura crece como espuma, y engalana,
con sus rizos y sus trinos la mañana,
se envolata correteando en la llanada
convirtiendo cada cosa en su llamada.

Las plegarias brotan limpias de su pecho
y se elevan hasta el cielo en llamarada,
y se esparcen con el viento cual incienso,
como ofrenda predilecta al Dios amado.

Son sus sueños claros, limpios como el agua,
que sed calma a los tristes y olvidados,
que trasciende cual misterios abonados
a la gloria de “Dios Padre”, enamorada.

¡Laura… Laura!, hoy tus hijos te reclaman,
te saludan y te brindan sus plegarias,
que van llenas de esperanza y amor cierto,
porque fuiste mensajera y madre amada.

¡Hoy… Dios Padre te bendice y te convida!
a enfilarte entre los místicos sagrados,
porque fuiste luz viviente entre los tuyos,
y “Tejiste las sandalias del mendigo!

¡Gloria!, ¡gloria, te cantamos!... cual bandadas
de palomas, que se llevan siempre al cielo,
los presagios de una “Novia engalanada”,
¡”Bendecida allá en el cielo, su morada”!

María Asenet Arboleda Urrego

1 comentario:

Unknown dijo...

EXCELENTE POEMA
DIOS BENDIGA SU TALENTO.
Carmen Edilma