sábado, 17 de febrero de 2007

TELEFONO

TELEFONO

¡Haló!...amigo mío ¿Cómo estas?
¡Ha!...tiempo en que te escucho tan cerca estando lejos...
tan lejos como el eco que traspasa el espacio
y me descubre tan nítido el timbre de tu voz...

Yo amo tu existencia, tu fin, tu poderío
unes a cuantos quieres, eres universal
alegras a los tristes, apuras los sucesos
unes los corazones, resuelves opresiones.

También señor teléfono arruinas al usuario
enriqueces a tus amos, cautivas la ambición,
enloqueces las mentes, les cambias, los aciertas
unes a los amantes, alienas la ilusión.

Te odio y te idolatro, te alabo y te maldigo
me arruinas la jornada, no tienes compasión,
interrumpes mis sueños, mi paz y mi descanso
tu repicar me aturde, eres egoísta y cruel.

Como te coqueteo si espero la noticia
que me saca de quicio marcándome el qué hacer,
mas qué triste es mirarte cuando nadie se acuerda
de marcar mi consigna al otro lado del mar.

¡OH!...teléfono, teléfono de mi alma
como te convertiste en hombre sin razón,
a los chicos diviertes, les ofreces motivos
para faltar a clase y a su alma alborotar.

Así como eres digno, útil y apetecible
también eres objeto de guerra y obsesión,
esta tecnología tan tuya y tan ajena
ha envuelto al mundo entero en fruto y creación.

Igual que la informática, la biótica y las otras
tu tienes la presea pro globalización,
y este mundo inocente se mueve y se revuelca
al son de los inventos... ¿Y el hombre...qué...SEÑOR?

María Asenet Arboleda Urrego

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