sábado, 25 de agosto de 2007

PAPA LUIS ENRIQUE ARBOLEDA GARCIA






Desde que percibí tu presencia Padre mío
supe que eternamente viviríamos,
en la vida, en la muerte, en el misterio
que siempre envolvió tu esencia y mi festejo.

Advertí que día y noche tus acciones
eran en pro de tu “Saningos” y esos seres,
que procreaste con ella y los amores
que florecieron con tus cantos y pregones,

La “Asomadera” cada día sonreía
al contemplar nuestros idilios, nuestras citas,
amenizadas con los restos de las viandas
que la mamá con gran acierto te empacaba.

En las noches tu desvelo era inminente
querías calmar esos miedos que expectantes,
en las sombras de la noche oscura y triste
agobiaban la existencia en los maizales.

Tu recuerdo siempre está vivo en mi mente
tus mensajes indelebles rondan siempre,
son la Biblia y esos códigos vivientes
que señalan mis acciones, mi presente.

Cómo extraño Papá lindo esos momentos
cuando cansado arribabas al recinto,
donde tus hijos y tu esposa muy inquietos
esperaban de ti fuerza, amor y abrazos.

Esos años fustigados por la guerra
por la tristeza, las ausencias y penurias,
encontraban solaz y alivio en tus plegarias
en tu alegría, tu entusiasmo y compañía.

Dios del cielo te bendiga y te conceda
el privilegio de legar tus esperanzas,
tu coraje, tu semblanza, tu osadía
para seguir haciendo vida por tu causa.

María Asenet Arboleda Urrego

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