lunes, 8 de enero de 2007

MI CASA ES UN PANAL





Cuando a mi casa usted llegue, no se asuste al observar
una reina, una reinita, un que otro zángano y más,
presumida y presurosa, la reina anda sin parar
para progresar, entonces, el orden hay que entablar.

Quien diría que hoy en día, hay que tirar el delantal
pues la moda que hoy se impone, es reinar sin rey; ¡Qué tal!
ya no importa quien sostiene, ni quien rellena el costal
lo que importa es que haya zánganos rechupándose el panal.

Unos entran y otros salen, nadie sabe a donde van
lo cierto es que, como abejas, van endulzando el panal,
entra la monja, entra el cura, el filósofo y el tenor
el sembrador de ilusiones, el arquitecto, el pintor...

Aparece el estudiante, el campesino, el mayor
el encantador de serpientes, el loco y el escritor,
no falta Doña Neomicia, Leonilda y Gumersindo
Filomena y Margarita. Agripina y Soledad.

Unos buscan alicientes, refugio y calor de hogar
otros quieren un milagro, para su meta alcanzar,
no se asuste cuando el buche, se sienta vacío y !flash!...
y las tripas nos anuncien, que la guerra va a estallar.

Lo cierto es que la miel alcanza y hasta sobra para guardar
porque el día de mañana, otra hambruna llegará,
cada quien hace lo suyo y sonríe al comprobar
que si la miel es bastante, es porque existe unidad.

Eso sí, mijo querido, prepárese para escuchar
o aprovecha la cosecha o se marcha al despertar,
la colmena es abundante, hay para todos, General,
pero aguárdese un tantito, hay que amar en libertad.

Hay que defender lo suyo, la colmena debe estar
sobre roca construida, no la vayan a tumbar,
por la noche los amigos, de lo ajeno lograran
sellar la conciencia a todos y proceder a empacar.

Los haberes que por años, por cuotas se han de pagar
incrementando miseria, mucha angustia y soledad,
porque cuando se llega al mundo en pelotita y de afán
todo, todo, ya es ganancia para el néctar recolectar.

Mas un día, cualquier día, en cenizas quedarás
y solo el alma limpiíta, al cielo trascenderá,
porque en la vida, abejita, solo la razón tendrá
el amor que regalaste a tu casa, tu panal.

María Asenet Arboleda Urrego

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