miércoles, 16 de mayo de 2007

MORA



Mora es una niña gentil y graciosa
se estira, se encoge, se agita y se alza,
su cuerpo retuerce, bolea su cola
entorna sus ojos, su rostro enamora.

Cuando a hurtadillas llego en las mañanas
ella se alborota, quisiera abrazarme,
me tiende sus brazos, sus tímidos labios
ya mustios, sin vida, besar le provocan.

Yo quiero esquivarla y huir de su lado
sus pasos me siguen doquiera yo vaya,
esto me molesta, me aburre, me inquieta
pero me estremece su mirada loca.

Es fiel y obediente, tranquila y callada
un poco cegata, ya con cataratas,
es triste observarla cuando torpemente
su cabeza choca muy frecuentemente.

Cuando los vecinos le prenden cohetes
se llena de miedo y se desespera,
refugio desea encontrar de emergencia
y termina oculta en cualquier litera.

¡Qué triste es la vida, la vida de perro!
cuando se convierte en manjar sin dueño,
cuando se le trata o se le maltrata
porque un amo ingenuo no educó su genio.

Pero,!Qué bonito! Es ver a la mora
cuando dulcemente al niño enamora,
juguetea y corra con él por la alberca
cuando se convierte en su defensora.

Cuán distinto fuera si el hombre supiera
entregar su vida, como hace la mora,
ecuánime y simple, gentil y segura
ronda noche y día por la sementera.

Si algún día amigo, comparte mi historia
levante la frente y mire decente,
dicen que es muy buena la vida de perro
también es muy triste que me muerda este.

María Asenet Arboleda Urrego

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