Un millón, dos millones, diez millones...
¿Cuánto dinero darían por mi vida?
o ya dijeron: solo céntimos valdría...
¿O ya dijeron que valor nunca tendría?
Que si anochece o amanece cero valgo...
y si aporto con mi trabajo plusvalía...
al crecer a granel la equivalencia...
¿Acaso crece en los humanos su valía?
¿Quién pudiera equilibrar las pesas
los pesos, los valores, la balanza...
quién decir esa verdad podría...
del valor moral de mi esperanza?
Si se es cojo, gordo, flaco, alto o bajo
blanco, negro, amarillo o colorado,
pueblerino, montañero o de pradera...
¿Cuánto vale el autóctono...el foráneo?
El que es humilde y sencillo...¿Cuánto vale?
el que trabaja sol a sol sin agotarse,
el banquero, el larguirucho, el estudiante,
el sepulturero, el muerto, el andante...?
¿Cuánto quiero valer...cuánto me asignan
quienes usan su poder tan sabiamente...
para evacuar de su medio al “desechable”
y atrapar como a moscas lo que vale?
¿Cuánta es la paga por el sudor constante
por la lucha incesante...por la vida...
por la tibieza encantadora...la caricia
que enaltece el ego y que convida?
¿Cuánto valgo si me abrazas tiernamente
si tus besos se confunden con los míos,
si la fragancia del aire nos envuelve...
si lloramos o reímos a escondidas?
¿Cuánto valgo si la felicidad me embarga
si siento la grandeza aquí en mi alma,
si mis sueños alcanzados son baluarte
si soy dueña de mi mundo y de mi vida?
Yo valgo lo que quiero, lo que siento
yo equilibro mis dones y mi vida,
yo carezco de valor material porque en mi historia
solo yo protagonizo mi estadía.
Usted amigo, amiga, fiel andante
vale tanto como yo, como su amante,
como el rico, como el pobre, como el canto...
solo somos humanos caminantes.
María Asenet Arboleda Urrego
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