martes, 6 de marzo de 2007

YAMILET MAZO ARBOLEDA




y
Yamy, linda yamita, mi dulce, mi tierna niña
como me gusta mirarte y adivinar tu sonrisa,
como mi hijita del alma, como mi niña mimada
la primera ahijadita de mi vida y mi esperanza.

A
Ayer, no mas, fui testigo de las ansias de tus padres
por llenarte de cuidados y de caricias colmarte,
yo fui la mejor madrina y en la iglesia, de repente
comprendí que eras mi encanto, mi lucecita por siempre.

M
Mientras pasaban los días, las noches y varios años
tu, mi preciada chiquilla te hiciste grande y sabia,
en el colegio, mi alumna, en la calle ilusionada
en la casa, la monjita, que se le ha escapado a su Amado.

I
Importante es valorarte, como la madre abnegada
la enfermera cariñosa, la hija privilegiada,
la hermana sin condiciones, la gentil esposa amante
y para mi tantas cosas, que ya no caben en mi alma.

L
Las canciones de la tuna y con capa engalanada
son evocaciones ciertas, de épocas señaladas,
las lecciones de dibujo, los paisajes, la guitarra
y las noches adornadas, villancicos y campanas.

E
En esta vida se dejan huellas a lo largo del camino
y tu eres acertada, decidida y con estilo,
por eso tus sacrificios saben a futuro cierto
porque eres inteligente, faro, luz, coraje y eco.

T
Todavía hoy comulgamos con el amor y el afecto
todavía le arrancamos notas suaves al concierto,
de la vida que nos hace descubrir lo inaudible
para seguir construyendo y con amor floreciendo.

María Asenet Arboleda Urrego

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