domingo, 18 de marzo de 2007

PIO EMILIO CUCCHIELLA




E
Entre montes y cañadas bordeando la ensenada
se encuentra Sierra Nevada, majestuosa y olvidada,
en su vientre, “Madre Tierra”, florecen con la alborada
ramilletes de chiquillos que caminan en manadas.

M
Muy de cerca un “Ángel”canta y predica en su palabra
el amor que Dios proclama, que redime y engalana,
la ternura, la dulzura, la esperanza y la mañana
retocada de jazmines, de progreso y de llamada.

I
Ilusiones se conjugan, emociones se entrelazan
hay una luz, hay una lumbre, hay una mano que abraza,
que alegra los corazones y los llena de confianza
les da cobijo y sustento. Es una alma enamorada.

L
Loores y parabienes al que llega en madrugada
trayendo semillas nuevas, caminando sin nostalgias,
enseñando y ayudando a construir una morada
repartiendo una sonrisa, compartiendo una tonada.

I
Infinita es la certeza, la audacia y la constancia
de “Emilio” la fiel estampa del Pastor de la bonanza,
es el “Padre” que se esconde tras su capa y que se alza
por entre los nubarrones tras los Coguis y su causa.

O
Oiran voces de aliento, vivirán con fe y templanza
entenderán que la vida va sin prisa y sin parada,
que el cielo les ha enviado a un hijo predilecto
que desde tierras remotas la hermandad lleva en su alma.

¡Gracias, Gracias Padre Emilio! Hoy yo brindo porque existe
y al Padre eterno yo elevo mi mas humilde plegaria,
para que bendiga siempre su misión y sus vivencias
para que su amor florezca y alegre mas corazones.

María Asenet Arboleda Urrego

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