viernes, 9 de marzo de 2007

ENVEJECER




Imagina que las horas van pasando lentamente
y al semblante van llenando de señales insistentes,
que la gloria de ser sabio se enriquece suavemente
y a la par se van surcando las arrugas en la frente.

Esos signos que delatan la experiencia de los años
a muchos causan estragos, a otros recuerdos gratos,
unos lloran de tristeza, otros ríen y se encantan
algunos mueren de angustia, otros se alejan cantando.

Cuando se llega a este mundo se demanda pan y abrigo
van creciendo las palabras y maduran los consejos
los amores aseguran un reinado para siempre
que florecen los rosales y los años no se advierten.

Cuando llegan las abulias y las tormentas angustian
hay que mirarlas de frente y despedirse para siempre,
a los quince, a los cuarenta a los sesenta y siguientes
no hay deuda que no se pague ni barranco que haga ataje.

Los amigos que se hartaron cuando se era solvente
las viandas que se brindaron cuando se era inteligente,
la competencia, el jolgorio, los brindis y las partidas
los tiempos mozos de otrora ya anunciaron su partida.

Hoy que miro en lontananza aquí sentada en el parque
divisando como pasan robotizadas las mentes,
los autos y motonetas, las ciclas y los paisanos
y aún no llega la anfitriona de algún nuevo continente

Tengo que anunciar a todos que vivir es buena suerte
que los sueños son presagios de juventud y belleza,
que este cuerpo es el vestido de esa alma que sustenta
el verdadero amor que florece llenitico de experiencia.

Que hay que amar cada momento, y hay que vivirlo por siempre
saboreando la semblanza de perfiles insistentes
por la paz, por la alegría, por la dicha y la fortuna
de crecer en cuerpo y alma con un Dios omnipotente

Envejecer es presagio de dulzura y de contento
cuando se alarga la mano y se comparte el sustento,
cuando la mente enriquece la cimiente que florece
por que se regó en verano y se acarició por siempre.

Envejecer es vaciar los bolsillos de tesoros
que se recogieron cerca de la mies gratificante,
cuando se hizo el milagro de vivir bellos instantes
porque el espíritu vive y vivirá eternamente

María Asenet Arboleda Urrego

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